Las ciudades resilientes del siglo XXI necesitan de estrategias donde se combine la infraestructura verde y el urbanismo sostenible para enfrentar los desafíos del cambio climático, el crecimiento poblacional y la presión sobre los recursos naturales.
Al integrar espacios verdes, como parques, muros verdes, humedales urbanos, techos y corredores ecológicos, es posible promover servicios ecosistémicos que mejoren la adaptación climática, la mitigación de riesgos y el bienestar urbano.
Se refiere a la red interconectada de elementos naturales o que estén diseñados para desempeñar funciones sociales y ambientales. Abarca desde sistemas de drenaje sostenible hasta corredores fluviales, pasando por el arbolado urbano y suelos permeables.
Su valor mora en aprovechar los recursos naturales para gestionar los recursos, como la capacitación de aguas pluviales, la regulación de temperatura y la filtración de contaminantes.
La resiliencia urbana involucra la capacidad de las ciudades para resistir, adaptarse y recuperarse de situaciones adversas, como olas de calor, sequías, inundaciones, etc. La infraestructura verde logra reforzar este comportamiento de distintas maneras:
Con ayuda de estas funciones, la resiliencia urbana se fortalece y las ciudades pueden anticipar y gestionar mucho mejor los impactos ambientales y climáticos.
Una red eficaz de infraestructura verde no solo protege ante ciertos riesgos, sino que promueve la salud y el bienestar de los habitantes.
El acceso a espacios verdes se encuentra vinculado a lo siguiente:
Estas ventajas impactan de forma positiva en la productividad, la percepción de seguridad y la calidad de vida en general.
Para poder maximizar el potencial de la infraestructura verde, las ciudades tienen que aportar un enfoque holístico:
Con estas prácticas es fácil que la infraestructura verde se logre adaptar a las necesidades locales y provoque un impacto duradero y positivo.
Implementar infraestructura verde se tiene que planear a largo plazo y que tenga capacidad de expansión. Es importante diseñar redes de espacios verdes donde puedan crecer de forma incremental.
Esto implica una zonificación verde progresiva, donde cada nuevo desarrollo urbano tenga áreas de drenaje sostenible o microparques, ampliando de forma gradual la cobertura natural.
También se requiere conectividad ecológica, habilitando corredores biológicos donde se unan los parques, jardines y áreas ribereñas, para que se fomente la biodiversidad y la circulación de agua.
No olvidemos el monitoreo adaptativo, utilizando datos de sensores para evaluar el desempeño de cada componente, como retención de agua, temperatura y calidad del aire, y así ajustar las intervenciones dependiendo de resultados reales.
Ahora bien, la implementación de infraestructura verde enfrenta ciertas barreras: financiación, mantenimiento a largo plazo y competencia por el suelo urbano.
Si quieres superarlas, te sugerimos hacer lo siguiente:
Siguiendo estas recomendaciones, las ciudades podrán diseñar proyectos de infraestructura verde que sean viables, eficientes y sostenibles con el pasar del tiempo.
En Klarea entendemos la importancia de la infraestructura verde y te ofrecemos soluciones integrales donde combinamos nuestra experiencia en prefabricados de concreto con el diseño urbano sostenible, siempre aportando valor tangible a proyectos que buscan calidad de vida y resiliencia.
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